Amarres y otros rituales de la línea
2022
Exposición colectiva
SISMO Laboratorio Artístico
Arequip, Perú.
Curaduría y diseño de exposición
Juan Freddy Abarca (Curador)
Jerson Ramirez (Museografía y producción)
Texto de sala
“ … las líneas están en todas partes. Como criaturas
que caminan, hablan o gesticulan, los seres humanos
generan líneas allá por donde van”.
Tim Ingold (2015).
Serapio Villena -mejor conocido como “el tío amarres”- es un hombre mayor, trigueño, de contextura delgada, trabajador. Puede ser visto caminando por las calles del Cercado, cubierto por cordones anudados, líneas de colores que tejen una segunda piel sobre su cuerpo. Serapio vive en el andar, gritando a viva voz ¡Amarres! Una y otra vez. ¡Amarres! No ofrece de vuelta el amor; no prepara brebajes; no hace magia negra. Serapio vende pasadores para calzado. Esta práctica -muchas veces desapercibida por el siempre apurado peatón- se ata a la trama de la ciudad como uno de los tantos rituales que mantienen las dinámicas sociales de quienes la habitamos. Los hilos y trazos que se superponen y funden en el atuendo de Serapio crean un tejido que dan forma a una identidad local arequipeña. En este contexto, la línea se percibe como una vida en movimiento y desarrollo.
La identidad demanda una narrativa a manera de interpretación de la relación que sostenemos con el tiempo y el mundo que nos rodea. Nuestras identidades se estructuran en un contexto de conflicto constante, un espacio en donde no se debe reprimir la particularidad de los sujetos, donde conviven diferentes cánones de normalidad y homogeneidad. Vivimos en permanente tránsito, empleando nuestros cuerpos en prácticas rituales para actuar el orden social. En este sentido, vale la pena recordar lo planteado por el sociólogo francés Émile Durkheim (1982): “los ritos son, ante todo, los medios por los que el grupo social se reafirma periódicamente”. Cualquier ritual, incluyendo la relación con uno mismo, es entendido como una relación entre dos sujetos.
Amarres y otros rituales de la línea es un espacio en el que confrontamos nuestras identidades arequipeñas, un espacio en el que los artistas dialogan desde el cuerpo, lo personal, lo urbano, lo social y lo político. De la misma manera en que Serapio Villena -el famoso y querido “tío amarres”- usa su cuerpo desde lo visual y sensorial, esta exposición presenta prácticas decolonizantes que, a modo de rituales, generan una confrontación/fricción con el espectador, poniendo en cuestión esta idea unificante de lo que significa ser arequipeño -y estar en Arequipa-. Aquí radica la importancia del contexto geográfico en cómo configuramos nuestras identidades. El cuerpo y el espacio son habitados y se habitan entre sí; se transgreden, marcan y subvierten.
Juan Freddy Abarca Cordero
Julio, 2022.
Registro fotográfico